
San Pedro Nolasco fue un hombre que vivió en el siglo XIII, pero sus acciones y valores siguen siendo actuales. Fundó de la Orden de la Merced (Mercedarios), dedicó su vida a liberar a personas cautivas y a ayudar a quienes sufrían. Aunque hoy no enfrentamos las mismas realidades que él, los valores que lo guiaron pueden inspirarnos en nuestra vida cotidiana. A continuación, exploramos cinco valores fundamentales de su vida y cómo podemos ponerlos en práctica hoy.
1. Caridad y Compasión
Pedro Nolasco veía el sufrimiento de los cristianos cautivos como si fuera el suyo propio. No se quedó indiferente, sino que actuó para aliviar su dolor. Esa compasión profunda lo llevó a donar su riqueza y su tiempo para rescatarlos.
Hay muchas maneras de vivir este valor en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, cuando vemos a alguien que está pasando un mal momento —una persona sin hogar, un compañero de trabajo estresado o un vecino enfermo— podemos ofrecerle nuestra ayuda. A veces basta con escuchar con atención, ofrecer una comida o simplemente estar presentes. La caridad comienza con los pequeños gestos de amor.
2. Desprendimiento Material
A pesar de tener una buena posición económica, Pedro Nolasco renunció a sus bienes para ayudar a los demás. Él entendió que el dinero no tiene valor si no se usa para hacer el bien.
Hoy vivimos en una sociedad que muchas veces mide el éxito por lo que uno tiene. Sin embargo, podemos aprender de Pedro a no aferrarnos a lo material. Por ejemplo, en lugar de acumular cosas que no usamos, podríamos donar ropa, juguetes o alimentos a quienes más lo necesitan. También podemos practicar el desapego cuando compartimos tiempo y recursos sin esperar nada a cambio.
3. Fe y Devoción
La fe fue el motor que impulsó toda la vida de San Pedro Nolasco. Su confianza en Dios le dio la fuerza para actuar en momentos difíciles y la certeza de que su misión tenía sentido. No se dejaba guiar solo por las circunstancias humanas, sino que buscaba la voluntad de Dios a través de la oración y el discernimiento. Esta profunda devoción le permitía ver en los cautivos no solo personas necesitadas, sino al mismo Cristo.
La fe no es solo un sentimiento o una tradición, sino una relación viva con Dios. Podemos alimentarla a través de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación, y la oración diaria. Al dedicar un momento del día para hablar con Dios, agradecerle, pedirle luz o simplemente estar con Él, fortalecemos nuestra vida espiritual. En cada decisión, al buscar actuar según el Evangelio, dejamos que nuestra fe guíe nuestra vida.
La devoción se manifiesta también cuando ofrecemos nuestras tareas diarias como ofrenda a Dios —trabajar con honestidad, estudiar con esfuerzo, ayudar al que lo necesita— haciéndolo todo por amor. Como San Pedro Nolasco, podemos convertir cada acto sencillo en un acto de fe viva, confiando en que Dios nos acompaña y actúa a través de nosotros.
4. Solidaridad y Trabajo en Equipo
Pedro Nolasco no actuó solo. Fundó una comunidad con otras personas que compartían su misión de liberar a los cautivos. Sabía que el trabajo conjunto logra más que el esfuerzo individual.
En nuestra vida diaria, podemos vivir este valor al colaborar con otros: en la familia, en el colegio, en el trabajo o en la comunidad. Si vemos a alguien con una tarea pesada, podemos ofrecer nuestra ayuda. También podemos unirnos a campañas solidarias, grupos vecinales o parroquiales. Ser solidarios es entender que somos parte de un mismo cuerpo y que ayudándonos unos a otros, todos ganamos.
5. Coraje y Determinación
Liberar a personas en territorios enemigos no era fácil ni seguro. Sin embargo, Pedro Nolasco no se dejó vencer por el miedo. Tuvo el valor de actuar donde otros tal vez habrían desistido.
Nosotros también enfrentamos desafíos: problemas familiares, dificultades económicas, conflictos en el trabajo. El valor no significa no tener miedo, sino decidir seguir adelante a pesar del miedo. Cuando defendemos lo justo, cuando pedimos perdón o decimos la verdad aunque cueste, estamos actuando con coraje. La determinación se cultiva cada día cuando no nos rendimos ante las dificultades.
¿Qué podemos hacer nosotros?
San Pedro Nolasco nos dejó un legado de amor, entrega y fe. No todos estamos llamados a fundar una orden religiosa, pero sí podemos vivir esos mismos valores en nuestro entorno. La compasión, el desapego de lo material, la fe, la solidaridad y el coraje son semillas que podemos sembrar con nuestras palabras y acciones.
Te invito a reflexionar: ¿Qué valor de los que vivió San Pedro puedes practicar hoy? ¿Cómo puedes ser un ejemplo para los demás, en tu casa, en tu colegio, en tu barrio? El mundo necesita personas comprometidas con el bien. Empecemos por nosotros mismos, como lo hizo San Pedro Nolasco. Porque a través de nuestros pequeños actos, también podemos liberar corazones.