Sor Ana de los Ángeles: madre, hermana y amiga
Sor Ana de los Ángeles Monteagudo tuvo un gran amor a la Santísima Virgen Madre de Dios, a ella confiaba todos sus anhelos desde muy pequeña.
Sor Ana de los Ángeles Monteagudo tuvo un gran amor a la Santísima Virgen Madre de Dios, a ella confiaba todos sus anhelos desde muy pequeña.
Esteban, un hombre lleno de fe y guiado por el Espíritu Santo, enseñaba y a debatía con líderes religiosos en diversas sinagogas. Su habilidad para exponer la fe y argumentar con sabiduría era impresionante.
San Juan de la Cruz, Santo y Doctor de la Iglesia, nació en Ávila, España, en el siglo XVI. Perteneció a la Orden de los carmelitas, fue el primero que se declaró a favor de la reforma de la Orden. Compartimos una selección de poemas de este santo y místico español.
En los momentos en los que nuestra fe es cuestionada y probada, ¿tendremos el valor de Santa Lucía de preferir la muerte antes que negar a Cristo?
San Juan Diego nos muestra que, no importa cuán pequeños o insignificantes podamos sentirnos, Dios puede hacer cosas grandes a través de nosotros.
Extracto: San Ambrosio era muy devoto de la Madre de Dios, reconociendo que la Llena de Gracia era la creatura por excelencia; se mantuvo siempre unido a la Iglesia y fiel al Vicario de Cristo y reconocía en la naturaleza la belleza pura de la creación, mucho antes de que el tema de la ecología estuviera de moda.
San Nicolás de Bari no solo es un ejemplo de generosidad, sino también un testimonio viviente de cómo el amor y la fe pueden transformar vidas y dejar una huella imborrable en la historia de la humanidad.
San Francisco Javier llegó a los confines del mundo llevando la Buena Nueva de Dios. Hoy en día muchos misioneros viajan a lugares recónditos para seguir predicando.
La vida de San Carlos Borromeo destaca como un testimonio viviente de los valores fundamentales de la Iglesia: humildad, caridad, fidelidad y servicio. Su testimonio de vida ha sido esencial en la formación de una Iglesia comprometida con los valores evangélicos, inspirando reformas que perduran hasta hoy.
«Martín nos demuestra que es posible conseguir la salvación y la santidad por el camino que Cristo enseña: si ante todo amamos a Dios de todo corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente; y, en segundo lugar, si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.»