María y el desafío de confiar en Dios: Lecciones de la Anunciación
A veces, la vida nos presenta noticias que lo cambian todo. María lo vivió en la Anunciación: de un momento […]
A veces, la vida nos presenta noticias que lo cambian todo. María lo vivió en la Anunciación: de un momento […]
Se llama “Mensaje de Lourdes” a los gestos y palabras que intercambiaron la Virgen y Bernardita, en la Gruta de
María es Madre de Dios, no porque lo haya engendrado en la eternidad sino porque lo engendró hace más de 2000 años en la Encarnación.
En medio de la desunión, el prejuicio, y la opresión, la única manera de alcanzar la unión es a través del Hijo de María. Nuestra Señora de Guadalupe nos da la esperanza de esta unión.
El dogma de la Inmaculada Concepción -una enseñanza revelada por Dios a la Iglesia- quiere decir que la Virgen se formó y nació sin pecado original.
En la presentación en el Templo, a la acción de gracias, le sigue un acto de consagración, de ofrecimiento de la vida a Dios. Por eso hoy contemplamos la dedicación total de María a la voluntad de Dios.
La Devoción a la Virgen del Rosario fue instituida en 1571 en Europa. Por aquel entonces, los musulmanes controlaban el mar mediterráneo y se alistaban para invadir la Europa Cristiana. Los reyes católicos estaban desunidos; por lo que eran blanco fácil de los enemigos.
Nuestra Madre de la Merced nos quiere llevar a su Hijo, nos espera para abrazarnos y mostrarnos el camino a la libertad. Como en las bodas de Caná, nos dice todo el tiempo «haz todo lo que Él diga». Ese es el camino a la libertad, la libertad de los hijos de Dios.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos.
El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado para ella por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen.