María Inmaculada, sin pecado concebida
El dogma de la Inmaculada Concepción -una enseñanza revelada por Dios a la Iglesia- quiere decir que la Virgen se formó y nació sin pecado original.
El dogma de la Inmaculada Concepción -una enseñanza revelada por Dios a la Iglesia- quiere decir que la Virgen se formó y nació sin pecado original.
Extracto: San Ambrosio era muy devoto de la Madre de Dios, reconociendo que la Llena de Gracia era la creatura por excelencia; se mantuvo siempre unido a la Iglesia y fiel al Vicario de Cristo y reconocía en la naturaleza la belleza pura de la creación, mucho antes de que el tema de la ecología estuviera de moda.
San Nicolás de Bari no solo es un ejemplo de generosidad, sino también un testimonio viviente de cómo el amor y la fe pueden transformar vidas y dejar una huella imborrable en la historia de la humanidad.
San Francisco Javier llegó a los confines del mundo llevando la Buena Nueva de Dios. Hoy en día muchos misioneros viajan a lugares recónditos para seguir predicando.
El tiempo de Adviento comprende las cuatro semanas previas a la Navidad. El Adviento es el tiempo ideal para arrepentirnos de nuestras faltas y prepararnos con esperanza para la llegada del Señor.
Adviento quiere decir “venida”. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el que viene?, y ¿para qué viene?
La Santísima Virgen le pidió a Santa Catalina Labouré que hiciera una medalla de acuerdo a lo que veía en el momento de la aparición. Así lo hizo, y Dios obró muchos milagros por intermedio de ella. Pero, ¿qué indican los símbolos que aparecen en la medalla y cuál es su mensaje espiritual?
En la presentación en el Templo, a la acción de gracias, le sigue un acto de consagración, de ofrecimiento de la vida a Dios. Por eso hoy contemplamos la dedicación total de María a la voluntad de Dios.
La vida de San Carlos Borromeo destaca como un testimonio viviente de los valores fundamentales de la Iglesia: humildad, caridad, fidelidad y servicio. Su testimonio de vida ha sido esencial en la formación de una Iglesia comprometida con los valores evangélicos, inspirando reformas que perduran hasta hoy.
«Martín nos demuestra que es posible conseguir la salvación y la santidad por el camino que Cristo enseña: si ante todo amamos a Dios de todo corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente; y, en segundo lugar, si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.»