San Juan Macías: ¡pastorcillo, portero, santo!

Conoce los valores y virtudes que condujeron la vida de san Juan Macías

Inicios humildes

San Juan Macías nace en España, en el año 1585. Su vida esta marcada por una educación familiar con especial devoción a la Virgen María, particularmente mediante el rezo del Rosario.

Desde pequeño se dedicó cuidar de rebaños como pastor; las largas horas cuidando ovejas le permitieron desarrollar una espiritualidad contemplativa. El texto del Apocalipsis: «vi un cielo nuevo y una tierra nueva» le hizo pensar en las Américas, hacía poco descubiertas, por lo que eventualmente migró a América del Sur.

Llegó a Cartagena, pasó por Pasto, Quito, y finalmente llegó a Lima, ingresó al Convento de Santa María Magdalena de la Orden de los Predicadores a la edad de 37 años.

Contemplación, oración y compasión

Su vida en el convento estuvo marcada por la profunda oración, la penitencia y la caridad. Le asignaron el cargo de portero, y allí, poco a poco, se dio su santificación. El portón del monasterio era el centro de reunión de los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo.

Desde su puesto, San Juan Macías no solo recibía a los visitantes del convento, sino que se convirtió en un siervo incansable de los necesitados. Su corazón bondadoso le impulsaba a compartir el pan y la fe con los pobres que acudían a su puerta, a quienes llamaba sus hermanos.

 El legado

Un 16 de setiembre de 1645, recibía por última vez la Eucaristía san Juan Macías, a la edad de 60 años, enfermo y sin posibilidad de recuperación según su doctor. Acompañado por sus hermanos dominicos, en oración, recibe el sacramento de la unción de los enfermos. Así partió de este mundo a los “nuevos cielos y la nueva tierra”, que son el Reino venidero. Algunas décadas después de su muerte, sus restos son hallados incorruptos. Tras una vida de humildad, el Papa Pablo VI lo exalta a los altares en 1975.

En vida, san Juan Macías fue contemporáneo de san Martín de Porres y santa Rosa de Lima, y al igual que ellos, destaca por su devoción, su obediencia y su humildad. Su ejemplo es un recordatorio de que la santidad la podemos alcanzar, en primer lugar, viviendo en el amor a Dios y al prójimo todos los días, donde quiera que estemos.  

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Hoy, fiesta de san Juan Macías, pidamos a Dios que nos ayude a imitar la fe y virtudes de este santo peruano. San Juan Macías, ¡ruega por nosotros! SanJuanMacias RecemosEnFamilia HCFM Jubileo2025

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9 comentarios en “San Juan Macías: ¡pastorcillo, portero, santo!”

  1. This inspiring story beautifully captures San Juan Macías humble devotion and selfless service. His life is a powerful reminder of how sainthood can emerge from ordinary acts of love and compassion for those in need. A truly heartwarming account.MLB

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