San Pío de Pietrelcina fue un sacerdote italiano que vivió entre 1887 y 1968. Sentía un gran amor por la Virgen María. La consideraba su madre celestial y acudía a ella con frecuencia en sus oraciones. Poco antes de su muerte le dijo a su amigo, Fray Modestino: «Amen a la Virgen y háganla amar. Recen siempre el Rosario».
El Rosario era una parte muy importante en la vida del Padre Pío. Lo rezaba varias veces al día y animaba a todos a hacer lo mismo. Creía que el Rosario era un arma poderosa contra el mal y una forma de acercarse más a Jesús a través de María.
Para el Padre Pío, el Rosario no era una simple repetición de oraciones, sino una meditación sobre la vida de Jesús y María. Decía que cada Ave María era como una rosa que se ofrecía a la Virgen.
Como parte de su legado espiritual, nos dejó algunas frases inspiradoras. Compartimos con ustedes tres de ellas.
El Rosario es el arma de estos tiempos
Esta frase refleja su convicción de que esta devoción mariana es particularmente eficaz para enfrentar los desafíos espirituales del mundo moderno.
La devoción del Padre Pio al Rosario era bien conocida. Se dice que rezaba hasta 35 rosarios al día, especialmente en momentos de gran dificultad personal o cuando intercedía por otros. Para él, el Rosario no era simplemente una serie de oraciones, sino un medio poderoso para combatir el mal y obtener gracias espirituales.
¡Amen a la Virgen y háganla amar! Recen siempre el Rosario
San Pío nos exhorta a amar a la Virgen María. Como madre de Jesús y madre nuestra. Amarla significa reconocer su papel único en la historia de la salvación y su continua intercesión por nosotros ante su Hijo. Además, nos anima no solo a amarla, sino también a «hacerla amar», dando testimonio de cómo el amor a María nos acerca más a Jesús.
La segunda parte de la frase, «recen siempre el rosario», nos recuerda la importancia de esta poderosa oración. El Rosario no es una simple repetición de palabras, sino una meditación profunda sobre los misterios de la vida de Cristo a través de los ojos de María.
Con el Rosario se ganan todas las batallas
En nuestra vida cristiana, enfrentamos muchas batallas espirituales: tentaciones, dudas, dificultades en nuestra fe y desafíos morales. San Pío, con su profunda sabiduría espiritual, nos recuerda que el Rosario es un arma poderosa en estas luchas.
Recordemos que «… no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.» (Efesios 6:12). El Rosario nos prepara para esta lucha espiritual, llenándonos de gracia y fortaleza.
El amor del Padre Pío por la Virgen y el Rosario inspiró a muchas personas a desarrollar una devoción similar. Hoy, muchos siguen su ejemplo y rezan el Rosario diariamente.