San Juan Macías

San Juan Macías
Un santo peruano, de origen español, que con su rosario rescató más de un millón de almas del purgatorio.

Nació en Badajoz, España, en 1585, en medio de una familia con una gran devoción a la Virgen María. De niño, mientras se dedicaba al oficio de pastor, oraba con mucha profundidad y devoción. Meditando en el pasaje del Apocalipsis «vi un cielo nuevo y una tierra nueva», lo asocia al Nuevo Mundo. Más adelante se embarca hacia América del Sur, llegando a Cartagena para ir luego a Lima, donde pide el hábito de hermano cooperador en el convento de Santa María Magdalena.

El poder del Santo Rosario

La profunda devoción a la Virgen María, adquirida durante su infancia, lo acompañó durante toda su vida. En todo momento, durante su vida religiosa, oraba con mucha devoción, contemplando los misterios de la vida de Cristo. Durante sus momentos de oración, frecuentemente escuchaba voces que le pedían orar por ellas para ayudarlas a llegar al cielo. Eran voces de las almas del purgatorio. Por esta razón le dieron el nombre de «ladrón del purgatorio».

Donde hay caridad y amor

Con frecuencia pedía limosna, acompañado de un burrito, para destinarla a obras de caridad. Repartía ayuda a los más pobres de la ciudad, pero no se conformaba con eso. Como encargado de la portería del convento, tenía contacto con todas las personas que por ahí pasaban. Les hablaba con el corazón, del amor y el perdón de Dios, logrando que abran su corazón y vuelvan al camino de la fe.

Una vida de oración constante

Para Juan, dar de comer al hambriento o devolver la alegría al triste, era hacer oración. Con ese pensamiento, puesto en las palabras de San Pablo «Sea que comas, que duermas o que hagas cualquier cosa, hazlo todo para la gloria de Dios». Oraba sin descanso por la conversión de los pecadores, se sometía a rigurosas penitencias y ayunos y rezaba constantemente el rosario.

Murió en Lima el 15 de septiembre de 1645. Su cuerpo se venera en la basílica del Rosario. Fue beatificado por Gregorio XVI en 1813 y canonizado por Pablo VI el 28 de septiembre de 1975.

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